Imagina haber terminado tus estudios secundarios en un prestigioso colegio internacional y encontrarte, de pronto, con un muro burocrático al intentar homologar tu título. Esto es exactamente lo que le ocurrió a una familia a la que acompañamos recientemente. Aquí te contamos cómo identificamos fallos en el sistema y encontramos una solución inteligente y eficaz para desbloquear el proceso.
1. El problema de fondo: el Ministerio acepta, pero no aprueba
El Ministerio de Educación había aceptado un título de secundaria internacional, acompañado de un certificado de notas que incluía el año 10º cursado en otro colegio internacional. Sin embargo, la homologación no se aprobaba formalmente, porque el servicio intermediario alegaba que no había “prueba” del año 10º.
Pero ese año sí figuraba claramente en el certificado de notas ya aceptado por el Ministerio, con todas las asignaturas calificadas como “P” (Pass/Aprobado) —una forma de calificación habitual en el sistema internacional. Aun así, el servicio exigía una conversión a calificaciones numéricas locales.
2. La gran contradicción: ¿cómo se puede rechazar un documento que ya fue aceptado?
Este fue uno de nuestros argumentos más sólidos: si el Ministerio ya ha aceptado el título y el certificado de notas que lo acompaña, no tiene sentido que se cuestione una parte de ese mismo documento. Aceptar el conjunto y luego poner en duda un fragmento no tiene coherencia legal ni académica.
3. La trampa burocrática: no hay rechazo formal
Curiosamente, en ningún momento hubo una denegación oficial. El Ministerio simplemente solicitó un certificado académico legalizado del año 10º. El verdadero bloqueo venía del servicio intermediario, que se negaba a enviar los documentos escolares ya presentados, alegando que no eran válidos —aunque cumplían con todos los requisitos formales.
Es decir: el obstáculo no venía del Ministerio, sino del propio intermediario, que ni siquiera dejaba que los documentos llegaran al evaluador oficial. Incluso se negaban a facilitar el número de expediente, dificultando cualquier seguimiento o recurso.
4. Argumentos que funcionan (y tú también puedes usarlos)
- Coherencia legal: Si se acepta un título y su certificado como un conjunto, no se pueden poner en duda partes aisladas.
- La calificación “P” es válida: Es común en colegios internacionales y fue aceptada por el centro que expidió el título.
- Comparación europea: Otros países de la UE aceptaron ese mismo título sin problemas. ¿Por qué aquí se exige más?
- Precedente institucional: Todos los alumnos de ese curso tenían certificados similares, y muchos ya estaban estudiando en universidades europeas sin obstáculos.
- Urgencia académica: El estudiante ya estaba cursando estudios universitarios, y el retraso podía poner en riesgo su continuidad académica.
5. Cómo desbloqueamos el proceso
- Sugerimos al colegio internacional que emitiera un certificado específico del año 10º sin referencias al sistema IB/MYP, con calificaciones numéricas locales.
- Solicitamos que ese documento fuera apostillado (Convenio de La Haya) y traducido oficialmente.
- Presionamos al intermediario para que al menos remitiera los documentos al Ministerio, en lugar de bloquear el trámite.
- Usamos casos exitosos en otros países europeos como argumento de peso.
6. ¿Qué puedes hacer si estás en una situación parecida?
✅ Solicita siempre el número de expediente.
✅ Si el intermediario bloquea el proceso, intenta contactar directamente con el Ministerio.
✅ Pide al colegio que adapte el certificado al formato local.
✅ Utiliza comparativas con la UE como argumento.
✅ Recuerda: “P” es una calificación válida, especialmente si proviene de un centro acreditado.
Mi objetivo es ayudar a familias y estudiantes a navegar estos procesos de homologación con claridad, estrategia y sin perder tiempo ni oportunidades. Si estás atrapado en un caso parecido, puedo ayudarte paso a paso a desbloquearlo.